¿Es emprender una opción cuando se estudia ingeniería industrial? Aunque la educación orientada al emprendimiento puede considerarse todavía una de las asignaturas pendientes en España, lo cierto es que cada vez son más las ingenieras e ingenieros industriales que apuestan por convertirse en autónomos.
Y razones no les faltan, ya que los estudios de Ingeniería Industrial contemplan la formación de profesionales muy versátiles, dotados de aspectos idóneos para emprender como: un enfoque sistémico, orientación a resultados, habilidades para formular y evaluar proyectos, conocimientos técnicos y analíticos de los procesos, además de herramientas de dirección, gestión y visión global, entre otros.
Conforme a los datos del ‘Informe de inserción laboral de los egresados universitarios’ (Ministerio de Universidades), ser autónomo en la Ingeniería Industrial (6%) es menos frecuente que en otros sectores profesionales como el de Arquitectura y Construcción (27,5%). Pero, atención a esto, uno de cada diez ingenieros industriales con una experiencia de entre seis y diez años, ya es gerente de una empresa, según constata el Consejo General de Colegios Oficiales de Ingenieros Industriales de España (CGCOII), lo que nos permite hacernos una idea del carácter empresarial y emprendedor de estos profesionales.
Vamos por tanto a analizar por qué el emprendimiento puede ser una oportunidad muy interesante tras finalizar una carrera como ingeniería industrial, haciendo un recorrido por los campos que actualmente presentan grandes oportunidades y sobre todo para aquellos que sienten curiosidad por la creación y la innovación de manera autónoma.
En primer lugar, y aunque se pueda llegar a pensar que todo está inventado, las telecomunicaciones han demostrado que son una fuente inagotable de nuevo negocio y siempre hay espacio para la creación y el desarrollo. La innovación tecnológica es una de las áreas con mayor desarrollo para el perfil industrial.
Otro sector en alza es la biotecnología. La OCDE define esta disciplina como “la aplicación de principios de la ciencia y de la ingeniería para tratamientos de materiales orgánicos e inorgánicas por sistemas biológicos para producir bienes y servicios”.
Además, el desarrollo de las Smart factories, es decir, de las fábricas inteligentes, necesitan todo el talento orientado a conseguir el mayor potencial. La adaptación de las plantas de fabricación está en pleno proceso de transformación y los ingenieros industriales tienen la oportunidad de aplicar sus conocimientos para adaptarlas a las necesidades reales, con el fin de que sean lo más eficientes posibles y versátiles ante los rápidos cambios del mercado y de los estándares de sostenibilidad globales.
Y, por último, imprescindible mencionar otro campo muy de actualidad, el de la eficiencia energética. En línea con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 7, que nos recuerda que “se hace necesario duplicar la tasa mundial de mejora de la eficiencia energética, así como aumentar sustancialmente el porcentaje de renovables en el mix energético”, los proyectos enfocados en reducir el consumo de energía final en los procesos industriales han tomado por fin impulso. Un ejemplo, la aerotermia, que es la energía que se extrae del aire ambiente a través de una bomba de calor y su implementación para la calefacción, la refrigeración y el agua caliente puede suponer un ahorro significativo en la factura del gas y de la luz. Nuevamente aquí los ingenieros industriales juegan un papel protagonista.
Crear algo nuevo pero también mejorar lo ya existente
No obstante, el espíritu emprendedor puede surgir también en la aplicación de la ingeniería industrial en otros ámbitos como la investigación, la asesoría, el análisis de procesos, la logística, la salud o el control de calidad, por mencionar solo algunos. Hay que tener en cuenta que a veces no se trata tanto de crear algo nuevo sino de mejorar lo que ya existe. Y, en definitiva, los ingenieros industriales han sido, son y serán una pieza clave en el desarrollo del sector empresarial por su capacidad de pensar en términos globales y de planificar el futuro de las organizaciones.
Recordemos que los socios promotores de POLO positivo -Aciturri, Fundación Caja de Burgos, Gonvarri, Grupo Antolin y Pascual-, en su día fueron también pequeños emprendedores que, pese a tener una mayor dificultad de acceso al conocimiento, comenzaron con ideas que hoy se han convertido en referentes en sus respectivos sectores. Por ello, además de que su experiencia sirva de inspiración para que muchos emprendedores inicien su camino a carreras exitosas que dejen huella en la sociedad, de ahí su empeño en que a través de POLO positivo tengas todo el acompañamiento y las herramientas necesarias para emprender y que poner en marcha tus ideas sea solo cuestión de actitud.